viernes, 9 de noviembre de 2007

Señor conejo «Finding Alice», noviembre 9, 2007


El señor conejo se ha vuelto toda una celebridad. O mejor,la piel del conejo y su corbata se han vuelto famosas. Mientras tanto, la persona debajo de esa piel vé con distancia todo lo que le pasa. Y no deja de asombrarse. La persona debajo de la piel del conejo,comenzó a ponérsela en la universidad,haciendo referencia a una obra de Joseph Beuys que le da vueltas al rídiculo de enseñarle pintura a una liebre muerta, y al autismo de los artistas, y a lo bien que se siente acariciar una piel ajena, y a la inminencia de la muerte.

Crítica mordaz y divertida al sistema académico. Un disfraz barato, como de Bugs Bunny hechizo, crea un clima de desconfianza en las clases de arte a las que asiste y subraya el absurdo de la empresa educativa. Pero a la vez se vuelve una obra contemporánea "rigurosa", si se permite la palabra. El arte es representación y el disfraz también lo es. El conejo puede ser visto como pintura porque como disfraz es mera superficie... peluche apenas que representa piel. Pero por supuesto, es algo tridimensional que actúa y cambia y habla con uno. Porque la piel no sería nada sin el cuerpo y la conciencia que la anima.

Cinco años más tarde la piel del conejo regresa, quizás como escudo o como pantalla, quizás como alter ego encantador, o como la excusa perfecta para encontrar a su Alicia. Puede parecer chistoso y frívolo pero habitar dentro de un conejo de peluche para asistir a inauguraciones y fiestas es también algo trágico. Como lo es disfrazarse para conocer a alguien es. Paradójico. Poético.

No es que el conejo no lo sepa. No es que el conejo olvide quién es realmente. Es que el conejo sabe de entrada que va a fracasar. Por eso no está buscando una conejita. Busca a una mujer que está al otro lado del espejo. Pérdida de tiempo. Encontrando a Alicia es una apuesta perdida. Un intento íntimo por volver público el rídiculo de los intentos íntimos.

Como artista, la persona que está debajo del conejo también se ha vuelto una celebridad. Y mientras tanto la piel de conejo contempla los acontecimientos con ojos vacios, como si los premios y las ventas le pasaran a otro. Y no deja de asombrarse.

Los retratos de quien está adentro y los actos del conejo tienen en común que son imitaciones realizadas con terquedad y sin afán, disciplinadamente. Porque quizás no hay nada más que hacer, mientras tanto, que perder el tiempo y fracasar imitando aquello que parece real. Imitando el quehacer del artista genial y virtuoso. Imitando la piel de las posibles Alicias que se reflejan en el papel, con la esperanza de llenar ese vacio que nos separa de nuestra otra mitad, en el espejo. Con la esperanza de sacar, como por arte de magia, aquello que deseamos y que está perdido en el sombrero del mago. Porque somos lo que deseamos.

Humberto Junca


viernes 9 de noviembre, 2007
El Bodegón (arte contemporáneo - vida social)




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